NARRATIVA EXTRANJERA
La clave del éxito es
la irreverencia
En “Muy lejos de
Kensington”, Muriel Spark construye un personaje como el de la Sra. Hawkins , motor del relato,
que sintetiza el estilo de una autora excepcional.
Por: Carolina Esses
Muriel Spark ha sido para muchos de nosotros un
gran descubrimiento. Sin embargo para los lectores que hoy rondan los sesenta y
son buenos conocedores de la novela en lengua inglesa, se trata de una vieja
conocida. Escribió veintidós novelas de las cuales, como señala David Lodge, al
menos diez se convirtieron en clásicos por el simple hecho de que invitan a
leerlas una y otra vez. El comentario de Lodge viene a cuenta de una biografía
de Spark editada en 2010 que puso nuevamente en los suplementos literarios el
nombre de esta escritora nacida y criada en Edimburgo, de padre judío y madre
inglesa, cuya juventud distó mucho de aquellos apacibles últimos años que pasó
junto a sus gatos en La Toscana. Vivió
en la actual Zimbawe, logró escapar de un marido desequilibrado, quiso estar en
Londres en plena Segunda Guerra Mundial y para seguir ese deseo dejó a su hijo
al cuidado de otros -decisión que le valió críticas despiadadas-, trabajó en el
Departamento de Inteligencia del Foreign Office -"el trabajo era
maravillosamente interesante", diría, "mi parte era muy pequeña, pero
como una mosca en la pared adquirí todo un mundo de método e intriga"- y
más tarde en el campo editorial. Aunque uno de los hitos en su vida sea el de su
conversión al catolicismo. Se trata de esas obras que ponen en entredicho lo
que durante años proclamó la academia o lo que ingenuamente creíamos cuando
estudiábamos: que una cosa es la vida y otra la escritura. Se trata siempre de
lo mismo, por más que hoy en pleno siglo XXI la experiencia revista un carácter
casi virtual y a años luz del cuerpo a cuerpo del siglo pasado. Al menos en el
mundo Occidental.
Para quienes hemos leído lo que de ella viene
publicando La Bestia Equilátera
con el asombro de la novedad – Los
encubridores, Memento Mori, La intromisión-, Muy lejos de Kensington es otra muestra de la maestría de una
narradora que sabe lo que hace. Se trata de una novela que se lee de un tirón,
con la estructura más propia de una nouvelle
que de la novela tradicional. Publicada en 1958, en A far cry from Kensington –tal su título original- nos encontramos
con una trama en principio pequeña que se va construyendo a través de
disgresiones, reflexiones, descripciones de la narradora – Spark ama los
detalles, ama la “verdad” del relato- pero que luego va tomando velocidad, una
velocidad a la inglesa donde no faltan los anónimos, el oscurantismo ni la
intervención policial. Quien marca el ritmo es la Sra. Hawkins , esta mujer de
sólo veintinueve años obesa y ya viuda –ambas, autora y personaje casadas con
hombres violentos-, que en el transcurso de la novela bajará significativamente
de peso y dejará de ser la generosa matrona confesora de los otros para
convertirse simplemente en Nancy. Esta transformación narrada con ironía, como
la consecuencia lógica de un descubrimiento –que todos los empleados de la
editorial que la acaba de contratar tienen algún defecto físico notable- y de
una decisión irrevocable –comer sólo la mitad de lo que hay en el plato-, es
uno de los motores de la narración y sintetiza la particularidad del estilo de
Spark. Detalles que la mirada magnifica y que son capaces de dar vuelta una
trama. Si en Memento Mori Spark se
detenía en la comunidad de ancianos en el geriátrico, aquí los universos
elegidos son dos: el de una pensión londinense de la posguerra –donde no falta
la modista polaca con terror a ser deportada o la joven soltera embarazada- y
el endogámico mundillo editorial. Y aquí,
para cualquiera que algo conozca sobre el círculo en cuestión, los
comentarios de la Sra. Hawkins
son imperdibles. Ella es como una heroína que escucha y aconseja a editores en
bancarrota, empleados que sistemáticamente se quedan sin trabajo, autores
mediocres empecinados en publicar libros mal escritos y a la glamorosa Emma Loy
encaprichada en darle una mano -o sacarse de encima- al impresentable Hector Barlett. Un auténtico
"pisseur de copie" como lo
llama la Sra. Hawkins
para delicia de algunos y bronca del hombre en cuestión.
Dejarse llevar por la
naturalidad de un estilo
Hay algo sumamente irreverente en Spark. Algo
que excede, incluso, el trabajo con el humor o la ironía, algo que puede
llevarnos a pensar en, por ejemplo, Hebe Uhart. Porque una tiene la sensación
de que escriben sobre lo que les da la gana, sin prestar atención al ojo ajeno
ni a ningún tipo de convención o forma. Y aunque sepamos que sólo se trata de
un efecto debajo del cual hay un gran cuidado por la narración, nos dejamos
llevar por la naturalidad de un estilo. Por eso, quizás, es en las novelas
breves o en los cuentos largos, formas en todo caso que permiten una mayor
libertad, donde el mecanismo mejor les funciona. Y mientras más libertad se
permiten, mejor les va. Como en esta novela de Spark, donde ella intercala en
la narración, reflexiones que incluyen desde la mejor manera de adelgazar, las
ventajas para las mujeres de disimular nuestras habilidades, hasta consejos
sobre cómo escribir una novela: "usted le está escribiendo una carta a un
amigo", dice la Sra.
Hawkins , "escriba de forma privada, no pública, sin
miedo ni timidez, hasta el final de la carta como si no fuese a ser publicada
nunca, de modo que su verdadero amigo la lea una y otra vez y luego desee
recibir más de esas encantadoras cartas suyas". Y una quisiera tomar nota
para aprender de una verdadera maestra y nunca caer en la grandilocuencia del
pisseur de copie; pero claro, al igual que Hector Barlett, todos llegamos tarde
a saber qué nombre nos han puesto en la espalda nuestros compañeros de oficio.