1- Los traductores NO son diccionarios. Por tanto,
no conocen todas las palabras de un idioma ni son unos incompetentes por no
saber cómo se dice en inglés un término técnico de aeronáutica o de física
cuántica.
2- Los traductores NO suelen ser bilingües ni
trilingües. Empresas y alumnos, cambiad el chip. Si queréis que las clases de
inglés os las dé un nativo porque, aunque sea camionero, seguro que controla de
didáctica más que un español, allá vosotros.
3- ¿Y tú qué libros traduces? NO traduzco libros.
[Cara de indignación de quien formuló la pregunta]. Soy más de software,
contratos, títulos universitarios, páginas web, menús de restaurantes, manuales
de móviles, videojuegos, folletos turísticos...
4- Un traductor NO es un ama de casa, aunque
muchos nos ocupemos también de no vivir en pocilgas, comer sano o poner
lavadoras. Cuidado con el poder de las preposiciones: trabajamos desde casa y,
circunstancialmente, en ella. Pero, en muchos casos, podríamos hacerlo con un
equipo portátil desde la playa, un parque, el bar de la esquina o un congreso.
5- Los traductores NO son máquinas. Igual que les
ocurre a los programadores, diseñadores o escritores, se cansan si pasan ocho
horas delante de un ordenador. Además, les suele gustar descansar el fin de
semana y, si tienen que trabajar por algún motivo, es lógico que pidan un
precio más alto. Ya que lo hacen los cerrajeros, subámonos al carro.
6- Un traductor NO es tu prima la que chapurrea
alemán con ayuda de Google Translate, Linguee y Wordreference (esto ya para
primas que se las dan de profesionales); tampoco tu amigo cuya capacidad de
hablar inglés mejora con dos copas ni ese que pone en su currículum que tiene
nivel medio de cinco idiomas.
7- Los traductores NO trabajan por amor al arte ni
son robots sin corazón ni mean colonia. Comen, beben, leen, se ilusionan,
viajan, tienen familia y días malos, discuten y cometen errores como la gente
normal.
8-Un traductor que sepa solo un idioma además de
su lengua materna NO es un bicho raro. De hecho, la mayoría solemos trabajar
con uno o dos pares de idiomas. Cuánto daño ha hecho la políglota Anne
Igartiburu (y las capas de Drácula de Ramón García, todo sea dicho).
9- Un traductor NO es (necesariamente)
intérprete y este, a su vez, no es (necesariamente) actor de cine y teatro.
Parece que a muchos les cuesta entender esta asociación de ideas. Y sí, también
nos ha hecho un flaco favor Nicole Kidman.
10- La última la elegís vosotros, que no quiero que esta entrada se quede
en la carpeta de Borradores eternamente.
(Fuente: http://thesecondprize.blogspot.com.ar)
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