jueves, 27 de diciembre de 2012

Zooterapia


Zooterapia, los animales como alternativa




Por Mariano Casas Di Nardo
@MCasasDiNardo
Especial para ConexiónBrando



Un interesante modo terapéutico está haciendo furor en las disciplinas psico-educativas en Argentina. Se llama Zooterapia y es una técnica que incluye en el tratamiento, la asistencia de animales. Aunque su uso es prehistórico, esta tendencia está aumentando a la hora de estimular a aquellas personas con capacidades diferentes. 

Luciano, de unos pocos años, es uno de los tantos niños que padecen la patología del autismo. Como todas las mañanas, Boxler, un labrador negro de corazón gigante, se le acerca y trata de inquietarlo. Como en cada uno de sus intentos por perturbar la tranquilidad del pequeño, Boxler le acerca varios juguetes que saca de una enorme caja. En otro intento, le trae un trozo de correa, se la coloca en la mano y él instintivamente sujeta uno de los extremos. Hasta ese instante, el chico no había tomado conciencia de la presencia del canino. Ahí, Boxler comienza a tirar, provocando una reacción en el chico, quien jugando lo mira a los ojos. En ese tironeo, una increíble evolución se generó en la terapia. El tratamiento ya estaba dando sus frutos. 
Un poco de historia
El trabajo con animales domésticos data del año 1792, en Inglaterra, cuando el médico William Tuke, comienza a emplear perros para mejorar las deplorables condiciones en las que se vivían en los manicomios. Consideró aplicar menos castigos y azotes y sí basar los tratamientos en la dependencia que puede resultarle a un hombre una mascota. Con el tiempo, su pensamiento vanguardista, daba los primeros frutos al comprobar los resultados positivos que surgían de tal relación. La soledad mermaba, al igual que la locura y las relaciones pacientes animales, humanizaban los tratamientos. 
Ya en 1944, la Cruz Roja de Nueva York utilizó perros en la rehabilitación de ex combatientes. Mundialmente, existen programas donde se utilizan perros con pacientes internados o ambulatorios. Éstos aumentan los niveles de autoestima, lo cual colabora en la recuperación de los mismos. 

"El hombre tiene un gran poder de habla, pero la mayor parte de lo que dice es vano y engañoso. Los animales apenas pueden hablar, pero lo poco que dicen es útil y veraz, y es mejor una cosa pequeña y cierta que una gran falsedad." Leonardo Da Vinci. 

La Zooterapia es, de esta manera, una técnica que se basa en la estimulación para favorecer tanto el diagnóstico correcto como el aprendizaje y la adaptación de estos pacientes con capacidades diferentes. El estímulo está dado por animales, en su mayoría perros, gatos, caballos y delfines. En estas prácticas, las mascotas desempeñan un papel fundamental en la apertura de la persona hacia nuevas actividades, funcionando como un poderoso estímulo. En mayor medida, los que reciben estos tipos de tratamientos son los chicos de hasta 21 años. 

"Bajo este tipo de terapias, los pacientes reciben una gran motivación e influencia externa gracias a los movimientos de los mismos animales. Generando una recuperación más eficiente en las afecciones neurológicas o traumatológicas. También sucede que al ser animales preparados para este tipo de terapias, las relaciones se vuelven fuertes vínculos de estimulación. Existe infinidad de pacientes que comienzan a reconocerse a partir de los animales que tienen en las sesiones o que entienden las partes de sus propios cuerpos, señalándolas primero en sus "amigos" caballos", explica uno de los doctores que dirige la Fundación Científica Argentina Establo Terapéutico. 

Centrándose un poco más en los caninos a la hora de hacer este tipo de terapias, afirma la Licenciada Amelia Lorena: "El perro ya por ser perro tiene patrones de conductas determinados que permiten entender lo que necesita cada paciente en su tratamiento. El perro al adaptarse al paciente, nos muestra por dónde abordarlo." Vale decir, el perro responderá al estimulo recibido, sea indiferencia o interacción. Si el paciente quiere jugar, será el primero en jugar, si recibe indiferencia, se quedará a su lado a la espera de alguna reacción. Otro paso también es cuando el animal busca la motivación. Y una vez entendida esta motivación, el tratamiento estará dando sus frutos. 

En cuanto a los tratamientos, todo trabajo con los pacientes tiene un máximo de dos años, el cual una vez terminado, siguen bajo controles, especialmente en el caso de los niños que llegan a la adolescencia, donde por lo general se deben hacer algunos ajustes. 

En Argentina estas prácticas se realizan por profesionales idóneos que coordinan estos programas. Uno de las instituciones más prestigiosas es el Hospital Pedro Elizalde, que bajo la supervisión de los psicólogos Amelia Lorena y José Pose, atienden a niños y adolescentes de hasta veinte años con trastornos generalizados del desarrollo, entre los que se encuentran el autismo o el retraso mental. 

Otro lugar donde se puede consultar es El refugio de mi paz, donde funciona desde algunos años una asociación dedicada a la canoterapia, una rama definida de la Zooterapia, que utiliza a ejemplares caninos para mejorar la salud psicosocial de pacientes de distintas edades y categorías. Allí, diversa variedad de perros adiestrados en diferentes modalidades terapéuticas, trabajan con personas epilépticas, estimulando y avisando con una anticipación de diez o menos minutos si va a sobrevenir un ataque. También lo hacen con pacientes con psicosis, autismo, síndrome de Rett, de West, de Angelman, de Asperger, distrofia muscular, parálisis cerebral y mielomeningocele. Otros se especializan en insulinodependientes, en tracción de sillas de ruedas y oncología. El grupo está conformado por un fisioterapeuta, una fonoaudióloga, un profesor de educación física, una cuidadora de perros y dos profesionales de carrera hospitalaria. 

Ludmila, una niña de tan sólo 16 años, tiene diagnosticado psicosis. No habla y siempre se aleja de todos. De su tratamiento participó Delfina, una labradora que todas las mañanas la iba a buscar y la acercaba al grupo, tomándola de la mano suavemente con su boca. Cada vez que Ludmila se fijaba en un punto, Delfina le llenaba la cara de lengüetazos o comenzaba a apretarle la mano delicadamente y sin lastimarla. Durante una caminata por el parque, se pudo observar que Ludmila le hablaba despacito como contándole cosas. La terapia progresó y se basó en las cosas que Ludmila le contaba a su amiga Delfina. 

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